Ácidos Grasos

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Las grasas trans se encuentran con frecuencia en snacks y aperitivos salados, productos precocinados, galletas, margarinas y bollería industrial.

Es importante consultar las etiquetas si se consumen estos productos con frecuencia. Según los criterios de la Organización Mundial de la Salud, el consumo de grasas trans deben representar menos del 1% de las calorías diarias ingeridas.

Durante años se ha proclamado a los cuatro vientos que el aceite vegetal es mucho mejor que el de origen animal, especialmente para el colesterol.

Sin embargo, los procesos industriales por los que pasan las grasas vegetales para aumentar su duración los transforman. Su ventaja sobre los aceites de origen animal es más que dudosa.


Y es que la grasa vegetal, que de por sí puede resultar absolutamente inofensiva, puede convertirse en una bomba de relojería tras pasar por los procesos de tratamiento industriales actuales. Con el fin de prolongar la vida de estas grasas y potenciar su sabor, las industrias de alimentación someten a las grasa vegetales a un proceso llamado hidrogenación. Básicamente, consiste en aumentar el número de átomos de hidrógeno de los ácidos grasos poliinsaturados que predominan en los aceites de semillas (girasol, soja,… ).

 

Trans fats  se desarrollaron al principio del siglo XX en un intento de encontrar grasas más baratas para cocinar que no se degradasen tan rápido como la mantequilla o grasas líquidas. Hoy, los ácidos grasos trans, aparecen en multitude de productos, desde magdalenas o helado. Los alimentos procesados son también un gran almacén de ácidos grasos trans. Ya que estos ácidos grasos, alargan la vida de los alimentos. Fast foods es un area preocupante porque se ha demostrado que contiene grandes niveles y es un tipo de alimentación en la que el principal consumidor son niños y gente jóven

Efectos en el cerebro

Pero el colesterol no es el único afectado por la presencia de las grasas trans. Los ácidos grasos de tipo trans pueden inhibir algunas transformaciones de otros ácidos grasos esenciales, retrasando el crecimiento y la maduración del cerebro. Y es que las grasas son una parte esencial de las membranas celulares del organismo, y la presencia de grasas trans en lugar de cis puede llevar al organismo a construir hormonas y paredes celulares defectuosas.

Estudios realizados en Estados Unidos sobre el efecto de estas grasas, revelan por ejemplo, que el riesgo de sufrir enfermedades coronarias es un 66% mayor entre consumidores habituales de margarina que entre quienes no la consumen, la preocupación por su efecto crece día a día, y ya se están tomando medidas legales para incluir la presencia de las grasas trans de forma obligatoria en el etiquetado de alimentos.

¿Hidrogenado o Parcialmente Hidrogenado?


También debemos tener cuidado con todos los productos que anuncian que están libres de estos ácidos grasos. Muchos de ellos tienen estos ácidos pero en pequeñas cantidades. Es major tener control sobre el etiquetado del producto, y si, por ejemplo dice ” hidrogenado o parcialmente hidrogenado” significa que hay ácidos grasos trans en el producto

  • Patatas fritas (150 g): .7 gr. de grasas trans.
  • Bollo industrial (1 unidad): 5-6 gr. de grasas trans.
  • Hamburguesa (200 gr.): 3 gr. de grasas trans.
  • Quesito (1 unidad): 2,2-5,2 gr. de grasas trans.
  • Magdalena (1 unidad): 1-2,1 gr. de grasas trans.
  • Galletas (2 unidades): 1,3 gr. de grasas trans.
  • Margarina (1 cucharada): 0,9 gr. de grasas trans
  • Panecillo comercial (1 unidad): 0,85 gr. de grasas trans
  • Una barra de chocolate (80 gramos): 0,75 gramos de grasas trans.
  • Barrita de cereal (1 unidad ): 0.4 gr de grasas trans.

El abuso de estas grasas
Sin embargo, el colesterol no es el único afectado por la presencia de las grasas trans. También pueden retrasar el crecimiento y la maduración del cerebro. Y es que las grasas son esenciales, ya que forman parte de la membrana de las células, y la presencia de las mismas puede llevar al organismo a formar paredes celulares defectuosas.

Los ácidos grasos trans también parecen aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 en mujeres, según los resultados de un estudio aparecido en el American Journal of Clinical Nutrition, firmado por investigadores de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.

Control del consumo
En definitiva, las grasas trans son aún más perjudiciales para la salud que las grasas saturadas propias de la carne, la mantequilla y de algunos productos lácteos.

Por tanto, es recomendable revisar el etiquetado de los alimentos y no abusar de aquellos que contengan este tipo de grasas. Conviene sustituirlos por repostería casera que, aunque también presenta un importante contenido calórico, pueden prepararse con grasas saludables como aceite de oliva o girasol, y pueden incluir ingredientes tan saludables como la fruta o los lácteos.

 

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